En 1914 se tituló como practicante en el Hospital Clínico de Barcelona. Según algunas fuentes, para entonces ya estaba casada con Manuel Buxedas Aupí y tenía una hija. Había cumplido ya 38 años pero es en ese momento cuando inicia su proyección pública.  Al empezar la Primera Guerra Mundial viajó a la ciudad de Nisch, en el frente de Serbia, como enfermera voluntaria de la Cruz Roja francesa. Desde allí enviaba sus crónicas al Diario de Noticias de Barcelona. Este diario disponía de tres mujeres como corresponsales de guerra, la propia Graupera, Sofía Casanova desde San Petersburgo y Valeria Teyá en Roma. Sus artículos desde el frente se caracterizan por una gran capacidad de análisis y transmisión de la realidad, y por estar muy bien documentados, puesto que se entrevistaba con agregados militares y otras fuentes oficiales.

En 1915 se ve obligada a regresa a Barcelona. Sin embargo, quiso retornar al frente, pero la situación era tan complicad que no le permitieron volver a Serbia y viajó hasta Grecia, donde fue testigo de la persecución turca sobre la población griega, como cuenta en su ensayo La Persecución del helenismo en Turquía (1920).

Al finalizar la guerra, publicó un libro que tituló El gran crimen: lo que yo he visto en la guerra. Una de sus primeras ediciones apareció en la Revista Blanca, sustentada por Joan Montseny, Teresa Mañé y la hija de ambos, Federica Montseny. A partir de ese momento manifestó sus preocupaciones por temas sociales en forma de colaboraciones en diarios y revistas, y numerosas conferencias en escuelas racionalistas y ateneos obreros. Fue también en esta editorial donde publicó cuarenta y cuatro novelas cortas, de grandes tiradas, de tono romántico, aunque críticas con el lugar que la sociedad patriarcal reserva a las mujeres, que hablaban de los problemas del paro, que se revelaban contra la moral y las costumbres burguesas, y que en ocasiones le crearon problemas con la censura. En 1922 empezó su colaboración con el Día Gráfico sobre temas femeninos, probablemente de la mano de Carme Karr y en 1923 inició su exilio en Bélgica huyendo de la dictadura de Primo de Rivera.

Activista social, feminista y antibelicista, ocupó diferentes cargos durante su trayectoria profesional: Vicepresidenta efectiva de la Agrupación Femenina Patriótica; en 1928 era vicepresidenta de Ateneu Republicà Femení, en 1932 fue nombrada presidenta de la Academia de Sociología.

En 1936 desaparece el rastro de su actividad profesional, los periódicos dejan de mencionarla y se desconoce su trayectoria hasta su muerte en Barcelona, el 29 de marzo de 1940.

(Servicio de Información Bibliográfica)