Al quedarse huérfano de padre muy joven, emigra a Argentina, trabajando en el mundo del comercio para ganarse la vida. Vuelve a su Galicia natal con 22 años y entra a trabajar en la administración al servicio de la Diputación Provincial de La Coruña, donde se hizo cargo durante largos años del “negociado de Quintas” para los jóvenes gallegos.

 En 1899, ya con 45 años se doctora como Profesor Mercantil en la Escuela de Comercio presentando una memoria con gran éxito: Apuntes para la historia comercial de La Coruña.

Gran amigo del escritor y librero Eugenio Carré Aldao, activo galleguista, acude a la famosa tertulia de la Cova Céltica que este organiza, donde contacta con los intelectuales gallegos del momento. Compagina su trabajo administrativo con la literatura y la investigación histórica.

Siente pasión por Galicia y a ella le dedica toda su obra literaria, tanto cuando trata su temática histórica y arqueológica en La revolución gallega de 1846, Britanos y galos, Los mártires de Carral, El batallón literario de Santiago, La Torre de Hércules (última de sus obras); como en el género lírico con Enredadas, Boicentril, o druidismo e o celtismo gallego: a epopeya irlandesa, Sigrás. Utiliza en sus obras tanto la lengua gallega como el castellano.

Escribe numerosos artículos en periódicos gallegos y de los emigrados gallegos en América; uno de ellos el periódico coruñés la Revista Gallega dirigida por Galo Salinas.  Participa en variadas asociaciones culturales, siendo vocal en La Liga Gallega en La Coruña y fundando en 1904 la Asociación de la Prensa de La Coruña junto a otros 42 socios. Es a su vez miembro fundador de la Real Academia Gallega (1905-1906), a la que dedicó su tiempo a todo lo largo de la vida. Tiene además la categoría de correspondiente de las Academias de Historia y de la de las Bellas Artes y San Fernando.

Fallece a los 67 años en La Coruña, siendo enterrado en el famoso cementerio de San Amaro, considerado uno de los cinco cementerios más antiguos de Europa. Siendo el autor persona muy apreciada, acuden a su entierro un gran número de ciudadanos. La Real Academia Gallega realiza una velada en su honor pocos días después de su fallecimiento.

En 1954 celebra la Academia Gallega un acto de recuerdo en el centenario del nacimiento del escritor en el que reúne a personalidades de la cultura gallega junto a miembros de la familia Tettamancy. La ciudad de La Coruña le rinde homenaje en 1962 poniendo su nombre a una calle.

(Servicio de Información Bibliográfica)