Poeta satírico y castizo, Luis de Tapia estudió en el instituto San Isidro de Madrid y llegó a licenciarse en Derecho y a iniciar estudios de Ingeniería, pero tras el éxito de sus Salmos, breves poemas publicados en El Evangelio bajo el pseudónimo de David, decidió dedicarse por completo a la literatura. Estos textos ofrecían una versión cómica de la política de su época, denunciando la pomposidad a través de la burla. Eran epigramáticos, ligeros y divertidos, aunque hoy en día, fuera de contexto, son a menudo incomprensibles.
Su obra alcanzó una gran popularidad, siendo situados sus poemas a veces en portada. Fue alabado por Mariano de Cavia, el gran periodista de su época, y Pérez Galdós, el mejor novelista, quien escribió un laudatorio prólogo para su recopilación de poesías Bombones y caramelos(1911). Colaborador de los principales periódicos de España (El Motín, Alma Española, Blanco y Negro, La Esfera, La Libertad…) y de varios de América, algunos de sus versos fueron recogidos en Coplas (1914). Pero su actividad no se limitaba a la versificación, para la que estaba extraordinariamente dotado (publicó más de 15.000 versos), sino que también fue corresponsal para El Imparcial durante la Primera Guerra Mundial.
Así vivimos, 1916
Otras de sus actividades fueron las de conferenciante, traductor (versionó una obra de Goldoni) y autor teatral (con Matemos al lobo, obra infantil estrenada en el Teatro Eslava en 1921). También fue autor de una variada obra en prosa, entre la que destaca Así vivimos (1916).
Luis de Tapia y su actividad política
Muy activo cultural y políticamente, fundó la revista ¡Alegría! y fue secretario de la Sección de Literatura del Ateneo de Madrid, desde donde defendió la libertad de expresión, lo que le valió ingresar en la cárcel Modelo durante la dictadura de Primo de Rivera.
Tras la proclamación de la II República fue elegido diputado en las Cortes Constituyentes (1931) como republicano de izquierdas, sin adscribirse a ninguna formación política. En este periodo le ofrecieron numerosos cargos, como el de embajador en Cuba, pero siempre los rechazó debido a su compromiso con su público y para no alejarse de Madrid.
Durante la Guerra Civil mostró una firme oposición al fascismo y publicó una antología de su obra en Socorro Rojo. Exhausto física y psíquicamente, fue enviado a Valencia, donde murió 11 de abril de 1937.