De hecho, se matriculó a distancia porque no quería abandonar su ciudad, y nunca llegó a terminar los estudios. Para entonces, Mañé se había iniciado en los círculos anarquistas de su entorno, su padre era un republicano federal amigo de Pi i Maragall y ella había trabado amistad con teóricos y librepensadores como Josep Llunas, director del periódico La Tramuntana, y con la maestra María Elena Maseras, la primera mujer matriculada oficialmente en la carrera de Medicina, que desanimada por los problemas burocráticos que le impedían licenciarse, cosa que hizo con sobresaliente tras más de tres años de espera para que le dieran el permiso, no desaprovechó ese tiempo y se licenció también en Magisterio.

La etapa de Vilanova fue muy productiva, vinculada al Centro Democrático Federalista, en 1887 fundó con la ayuda de Bartomeu Gabarró i Borràs una de las primeras escuelas racionalistas del país, llamadas entonces escuelas laicas y publicó sus experiencias pedagógicas en El Vendaval bajo el que sería su seudónimo habitual, Soledad Gustavo. En 1888 entró en la Confederación de Maestros Laicos de Cataluña y desarrolló su concepción más librepensadora, más cercana a Proudhon, y se desvinculó del feminismo como movimiento independiente, por un lado porque consideraba que el anarquismo englobaba dentro de sus teorías el movimiento feminista, por lo tanto no era necesario definirse como tal; y por otro lado, porque para ella el feminismo era una corriente burguesa extendida como una finalidad propia del capitalismo. Ella se sentía más cerca quizá de un “humanismo feminista”. También colaboró en los periódicos barceloneses La Tronada y en La Tramontana, así como en El Corsario de La Coruña.

En 1889 participó en el “II Certamen Socialista” celebrado en Barcelona donde presentó su texto “El amor libre”, que consiguió el primer premio, en el que defendía el matrimonio civil desde la libertad, rechazando los compromisos previamente concertados. Durante estos años colaboró con el semanario anarquista El Productor. Fue en esta época cuando conoció a Joan Montseny, escritor y maestro anarquista que solía firmar bajo el seudónimo de Federico Urales. No deja de ser curioso que ella, que había escrito sobre la libertad en el amor, recibiera una carta de Montseny que, sin conocerla, se declaraba enamorado tras haber leído los trabajos y los poemas que ella había escrito con motivo del fallecimiento del republicano Miguel Subidas Martínez: “Quizá esa joven que concurre a entierros Civiles, que lee poesías en el cementerio y que regenta un colegio laico, se casaría conmigo”. A Mañé le pareció que primero deberían conocerse, cosa que finalmente ocurrió, y se casaron civilmente un diecinueve de marzo de 1891. A Montseny le habría gustado hacerlo un día antes pero como coincidía con la celebración de la Comuna de París consideraron que sus amigos no podrían asistir a la boda y la celebraron al día siguiente, con los acordes de La Marsellesa de fondo.

Se instalaron en Reus y fundaron una escuela laica mixta de las mismas características  que la de Vilanova que tuvo tanto éxito que recibía más solicitudes de las que podía atender. Incluso la burguesía prefería esa escuela porque consideraba que se aprendía “més que enlloc”. Soledad Gustavo seguía escribiendo en El Productor una serie con el título “La Mujer” y publicaba en otros medios sus trabajos desde una perspectiva de emancipación de clase y de género. Asimismo,  en 1891 se publicó la primera obra de Soledad Gustavo junto con Joan Montseny con el título “Las preocupaciones de los despreocupados”, al tiempo que ambos continuaban sus actividades pedagógicas.

Tras el atentado en la procesión del Corpus Christi de Barcelona en 1896 y la represión que siguió al controvertido Proceso de Montjuïc, Joan Montseny fue condenado al destierro y poco después, tras el atentado perpetrado por Angiolillo contra la vida de Cánovas del Castillo, en agosto de 1897, y por temor a las represalias, Teresa se reunió con su marido en Londres.  Allí conoció a Teresa Clarademunt, dirigente anarcosindicalista y durante un año desarrollaron una actividad editorial desde una imprenta que distribuía octavillas para toda Europa.

Poco después regresaron clandestinamente a Madrid y fundaron la Revista Blanca, de la que fue directora, además de escribir artículos de opinión y traducir del francés y del inglés textos de autores anarquistas y libertarios. Pronto se convirtió en una figura reconocida en los círculos intelectuales madrileños. La revista contó con la colaboración de conocidos anarquistas y también con la de literatos, políticos y pensadores del momento, entre los que destacaron Miguel de Unamuno, Pío Baroja, Leopoldo Alas Clarín, Francisco Pi y Margall o Fernando Garrido. Como representante feminista fue invitada a participar en la Segunda Conferencia Internacional de la Mujer celebrada en Londres en 1899. Se inició así una etapa muy activa que la llevaría a pronunciar conferencias por toda España. También en estos años colaboró en Tierra y Libertad, fundada por Montseny, primero como suplemento de Revista Blanca y más tarde convertido en semanario.

En 1905 nació su hija, Federica Montseny y Teresa se apartó de las actividades públicas para dedicarse exclusivamente a la educación de la niña, la cual llegaría a ser la primera ministra de la historia de Europa, ocupando la cartera de Sanidad durante la II República. En 1906 nació su segunda hija que moriría un año más tarde.

Al poco de nacer Federica, Montseny fue contratado por Arturo Soria como relaciones públicas para su proyecto de Ciudad Lineal, al que más tarde acusó de estafa y fraude. Perseguidos por las presiones legales derivadas de estas denuncias, el matrimonio decidió trasladarse a Cataluña en 1912. Se instalaron en Cerdanyola y regentaron una producción ganadera que Teresa compaginó con la traducción de obras como El Porvenir de los Sindicatos Obreros de Georges Sorel, obra que prologó dejando clara su postura frente a las organizaciones obrera, y también con el trabajo de arreglo de  textos teatrales.

En 1923 volvieron a editar Revista Blanca, Tierra y Libertad, e iniciaron diversas colecciones como «La Novela Ideal» que publicaba dos novelas cada quince días, «La Novela Libre» con relatos más extensos, «El Mundo al Día» que tenía una periodicidad mensual y,  un nuevo diario, «El Luchador«, publicaciones que perduraron hasta la Guerra Civil. En esta etapa, Mañé se ocupó de la gestión administrativa de la editorial y colaboró con artículos teóricos y de historia, dejando que fueran tanto Montseny como su hija Federica, que empezaba a despuntar entre los sectores anarquistas, los que desarrollaran una mayor producción editorial. En estos años estrechó su relación de amistad con el historiador anarquista austríaco Max Nettalu que apoyó a los Montseny-Mañé en su posicionamiento crítico frente a la sindical anarquista CNT.

En 1936 se separó de su marido y durante la Guerra Civil su salud empeoró debido a un cáncer de colon. Permaneció en Barcelona hasta la llegada de las tropas franquistas. Entonces, ya muy grave, inició el exilio junto a su hija y sus dos nietos mayores. Murió en Perpiñán el 5 de febrero de 1939.

La figura de Teresa Mañé, una de las personas más relevantes y con más producción intelectual dentro del movimiento anarquista, se ha visto sin embargo silenciada para la historiografía, quizá debido a la sombra que ejerció sobre ella el hecho de ser,  por un lado, la pareja de Joan Montseny, y por otro, la madre de Federica Montseny.

(Servicio de Información Bibliográfica)