Hasta el desarrollo del cinematógrafo (el cinema, el cine) y de su industria gracias al desarrollo del invento de los hermanos Lumière, el teatro era la forma literaria más popular y lucrativa, junto a la música.
Fueron los autores teatrales y los compositores los que crearon la Sociedad General de Autores para la defensa de sus intereses al amparo de la Ley de Propiedad Intelectual de 1879. Teatro, zarzuela y toros: no había otro entretenimiento popular. El prestigio del teatro se refleja en la larga nómina de directores dramaturgos que tuvo la Biblioteca Nacional.